19 abr 2007

Hasta el hastío

Me teletransporté a la redacción, con la bitacora en el pensamiento. Y la bitacora tocó y la primera nota en aparecer fue VIRGINIA TECH.

La nota ha merodeado por todos lo canales y luego ha llegado hasta los portales de noticias no sólo de agencias sino también de blog. (Y a pesar de la repulsa por el manejo de la noticia, no por la nota misma que es lamentable, se escribe por el suceso de un estudiante más, psicópata en este caso). Pero el punto es por qué seguir mostrando imagenes del surcoreano, la respesta ya es obvia: el morbo.

14 abr 2007

Rumbo a la Hacienda de Panoaya

¿Alguna vez vieron Elizabethtown? Espero que sí, y si no fue así bueno la película te transporta a trayectos similares a los que hoy transitamos. Una especie de combinación entre pláticas, chacota y hasta análisis de signos zodiacales como LEO.

Pero, cómo es ello, cómo sucedió. Bueno la travesía inició en un punto, cercano a la zona de Santa Fe, donde los corporativos se funden con las calles desangeladas del impacto de la globalidad. La zona era una estación del metro, que no era la de Balderas, como diría El TRI, porque fue la estación Observatorio.

El conclave se preveía estuviera listo a las 8:30 de la mañana. Pasaron unos minutos y luego llegaron todos. Y ya una vez instalados en una camioneta beige, marca Nissan, sin duda una todo terreno, no por tanto que fuese una Lobo, pero sí "Todo terreno" porque su conductora ha roto con velocidades superiores a los 120 Km/h (como su sirvelleta, defensivamente prefiere manejar) las distancias inimaginables, como por ejemplo, romper los promedios de velocidad alcanzados en distancias desde el DF hasta Durango, en tan sólo unas ocho horas.

Tomamos Viaducto, la travesia empezó con una sonoridad nula. Al cabo de una hora o algo similar, la plática nos llevó a recorrer facetas de mis acompañantes que rememoraban frases estampadas en una generación de periodistas tales como "Oye y tu qué recomiendas", "Ay (fulanito de tal) faltará mucho","Todos se habían ido de shopping, y yo me quedé en Tijuana"



Atravesamos abordo de la "Todo terreno" caminos mexiquenses cuyos extremos incitaban peligrosamente nuestros estomagos y, en el caso personal, la repetitiva necesidad de tomar ese brebaje que es bien conocido por una añeja fotografía donde un par de compadres recargados en la pared brindan con dos tarros de esa lechosa y espesa sustancia hecha del maguey mexicano.




La cuestión no sólo quedaba ahí, el camino no sólo amedrentaba nuestras gargantas, también los apetitos. Una serie de puestos que anunciaban "Ricos tamales", "Konejo enchilado" (término que causaba confusión para la oriunda sonorense), enseguida la serie de anuncios se terminaron, y acto seguido, mi hambre medianamente se disipó.

Seguimos y parkeamos la "Everyway" en el parque donde se podía acariciar los venados, pero ellos también te podían dar un regalito en la mano, una buena baba salina, en algunos casos ácida y corrosiva, afortunadamente los dromedarios estaban lejos de nosotros.

Terminamos con los animales y luego nos enfilamos a la Hacienda de Panoaya, lugar donde vivió Sor Juana en su niñez. El museo era realmente mágico, sobre todo la cosina, pero advierto era la sensacion de que en esa cocina se preparaban los alimentos que horas más tarde ingeriríamos.

La estancia nos llevó desde caminar por sendas encantadas, laberintos de corte inglés, pedaleos en lanchas, arrojos desde tirolesas y ambigús de tortas oaxaqueñas con cocteles defeños de frutas varias.

El espacio de recreación había terminado y salíamos rumbo a saciar nuestros antojos. El lugar era de "Aguuussstin", donde los sabrosos manjares como un mixiote era la sorpresa para Olguita y Sandra Romandía. Luego seguirían un buen conejo enchilado, o mejor dicho, "ayyyy... eso está muy shiloooooooso".

Terminamos los platillos y tomamos camino hacia el DF. Ahí fue cuando la nula sonorización que habíamos tenido en la ida se terminó, pero talvez ahora que escribó estas líneas, el simple hecho de recordar las rolitas que cubrieron nuestro regreso a la Capital del País revistieron un buen fin de sábado.





9 abr 2007

If we dont have the shot to seize

Simplemente, llegó y me atrapó. Se va a quedar el sentir... Look, if you had one shot, one opportunity to seize everything you ever wanted. One moment would you capture it or just let it slip?



No hagamos en México otros y nuevos comunes

Menudos días que se han desatado, y hasta pareciera que los demonios siguen saliendo de su caja. Y es repudiable que los demonios salgan a caminar distancias desde Veracruz hasta Sinaloa, o de otros lares, y que vayan dejando una senda de homicidios y vidas truncadas.

En lo personal, escucho una voz que dice "bien, hoy ya escuchaste, leiste o un repotero al teléfono te dijo que ya mataron a otro wey, pero aunque te molesta y ya tienes la información de una muerte más en el País... ahora qué chingados se hará con esa nova data". Y siguen los días y los señalamientos siguen a la orden del día. Esta consideración que hago ya es un lugar común que mucha gente se la plantea, pero el punto es que no puede ser COMÚN, porque ya transgrede muchas fronteras. En la medida en que se vuelve común "n" cosa, la realidad lo hace soportable y vivible.

La noche pasada, fueron dos peticiones sobre rastrear la nota de cuerpos encontrados como, casi siempre se les nombra, "Los Ejecutados". Que hubo un ejecutado en Veracruz, cuyo cuerpo traía un mentado mensaje dirigido a "Los Zetas", brazo o mejor dicho culo armado del cartel del golfo. La otra fue que se supiera lo que había pasado con un par de ejecuciones en Sinaloa, para variar ese estado.

Y luego la noticia que simbró otra vez al gremio (creo que Froy, nos dijo que qué gremio), una información que daba cuenta del homicidio del periodista Amado Ramírez (que por cierto, algunos medios le cambiaban el nombre al corresponsal del Televisa, llamándole "Armando").

Las exigencias por estos homicidios siempre suenan, e incluso la de Amado ha resonado hasta la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Pero seguramente mañana amaneceremos con mas ejecuciones, pero qué acaso será la perpetuidad. Casi lo doy por seguro... estas líneas se perderán en el mundo cibernético que se han impreso virtualmente en la ola de blogs que a diario surgen. Qué día es hoy, y te pregunto cuando hayas leído estas líneas... Hoy que escribí esto era 9 de abril de 2007.


... Amaneciste y Los Ejecutados aún siguen ahí?

6 abr 2007


Edgar Chías, el mexicano que pisó escenarios de Harold Pinter

Por I. H. Romero

La obra iniciaría a las siete de la tarde. Eran cinco minutos pasadas las diecinueve horas, y una mujer sajona preguntó, con cierta sorna, “¿habrá teatro?”. Un par de minutos después, los asistentes bajamos por las pequeñas escalinatas que conducían al espacio donde sería presentada la puesta en escena de esa noche. Esperamos un tiempo y de pronto la acomodadora, que escudriñaba con sus ojos las dos áreas divididas por el escenario, dijo “aquí tengo cuatro lugares; aquí hay dos juntos: uno y uno”. Una vez ocupados los lugares indicados por la acomodadora, ya no cabía nadie más en el foro. Había un lleno en la sala del teatro. Después de la demora superior a los ciento ochenta segundos, debido a la espera entre la primera y tercera llamada, comenzamos.

La puesta en escena había sido escrita por Edgar Chías, quien como actor tuvo un interés insatisfecho que lo llevó a convertirse en dramaturgo. La formación de actor le impedía tener, como él recuerda, el control de la obra artística; algo que únicamente podía realizar convirtiéndose en el escritor. Es así que, como complemento a la licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la oportunidad de controlar la historia de una puesta en escena le fue abierta a través del estudio, a veces extracurricular, otras por vía autodidacta, de la dramaturgia. La decisión le fue muy favorable, dice él ahora.

Chías pertenece a una nueva generación de escritores que, según nos dice, “el rango de edad está entre los 40 y 22 años; algunos son muy jóvenes talentosos y otros, no son tan jóvenes, pero ya tienen una proyección nacional e internacional importante, que la han logrado en pocos años”.

Luis Mario Moncada, quien dirige el Centro Cultural Helénico, habla de una generación cuyos representantes tienen como formación diversas disciplinas, no exclusivamente como escritores. Este nuevo grupo de dramaturgos han creado la llamada narraturgia, ya que impulsan en el escenario una especie de narrativa teatral. Una generación que por diferentes vías ha empujado por ganar espacios.

“Hasta hace poco la prensa especializada, los críticos teatrales, nuestros mayores dramaturgos, no daban crédito a nuestro trabajo; y no es que hubiéramos querido de inmediato fama y reconocimiento, pero sí el derecho a existir. Nosotros, por nuestra propia cuenta, los hemos ido inventando”.

Y es así que, esta nueva generación de dramaturgos mexicanos ha ido creando muestras teatrales, círculos de lectura y sitios en Internet como www.dramaturgiamexicana.com.

En el caso de Chías, desde 1997, escribe entre una y dos obras por año, que han llegado al escenario de manera muy pronta, con el apoyo de instituciones como la Universidad Nacional, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes; y más recientemente, del apoyo internacional como: la editorial francesa, El espejo que fuma, y la compañía de teatro, The Royal Court Theather.

Es con esta segunda institución y su Programa Internacional de autores, donde Chías ingresa a un concurso con diversos escritores de otras latitudes para someter la dramaturgia originada desde sus diversas cosmogonías. El participar con el Royal Court es catalogado como una plataforma muy importante, literaria y teatral, según nos dice Chías, de la cual el lanzamiento a otras mecas del teatro resulta altamente probable.

“Lo que más me gustó de esa experiencia, específicamente en Londres, es que tenían una expectativa de mexican curious. Querían ver ropas con sombreros, de ver nopales, a Frida. Que aunque sí es parte de nuestro imaginario, no somos folclore. Entienden que estamos al tú por tú, además fue una relación entre iguales”.

Al ingresar en el programa, Chías participaba con dos obras en la convocatoria del Royal Court, empero sólo una estaba bajo revisión de los siete miembros que integraban el jurado de elección de textos, con la finalidad de llevarla al público británico. La obra que tenía el jurado del Royal, previamente en la ciudad de México había construido una historia de deseo por exhibirla.

Chías había mostrado a tres personas distintas el texto de la puesta en escena. La primera lectura fue realizada por la directora de Teatro de la UNAM, Mónica Raya. Al día siguiente, una nueva propuesta vendría para dirigirla. Ahora la ventana de oportunidad era la Coordinación Nacional de Teatro. Al día siguiente, Martín Acosta, antes de saber que el escrito se encontraba en Londres para ser revisado por el Royal Court, le dice que el quería esa obra. Ese era el escenario que la historia de Chías había creado en México.

Y con tal antecedente, tras ser leído el texto por el Royal, vuelve a refrendar la calidad de la dramaturgia mexicana. Los siete lectores del programa internacional eligen de manera unánime la obra. Una muestra de dramaturgia mexicana que “por medio de una mezcla del lenguaje culto con el popular y una serie de equívocos de sentido, logró despertar el interés de cómo había llegado a escribirla”. La obra saldría avante de las revisiones realizadas por el jurado y para enero del 2006, Chías tendría ya la certidumbre de una primera lectura pública en Londres. Junto a la obra de Chías, otras cuatro serían leídas y dramatizadas: Deshuasadero de sangre basura, de Alberto Villareal; Sanchez Huerta, se mató la niña, de Claudia Ríos; Pequeñas certezas, de Bárbara Colio, y Seven-eleven, de Iván Olivares.

Las lecturas de estos dramaturgos nacionales serían realizadas en el marco del evento denominado Arena México, presentado por el mismo Royal.

Después de la primera lectura pública, el trabajo de dirección iniciaría con la gente del teatro de Londres. La dirección de la obra dependería de Hettie McDonald, quien de ocho a diez horas de trabajo intenso lograría montar toda la puesta en escena en tan sólo seis semanas. Ahora ya en perspectiva, Chías valora la experiencia con un teatro que busca una resonancia social con sus puestas en escena.

“Los teatros, como el Royal Court, se enfocan sobre el texto. Privilegian la voz del autor por encima de la visualidad de las cosas en escena. Entonces estuvieron muy pendientes de lo que pensaba yo, si estaba de acuerdo con su lectura, mi consentimiento. Fue como tener otra visión de las cosas; les importa talvez más el discurso de los autores que otra cosa”.

Meses después, en septiembre del 2006, la obra saldría al público. Chías presentaba su obra en el teatro emblemático de la nueva generación de dramaturgos de último medio siglo. Un estreno que era presentado en un pequeño foro, donde autores como Osborne, Pinter, Stoppard, Churchill o Hare han estado presentes.

“El Royal Court tiene dos salas: una de ellas es donde hacen el teatro más comercial; y tienen el teatro chico donde están los autores contemporáneos de temas difíciles: Sarah Kane ahí la estrenaron, que causó un impacto allá y acá; Harold Pinter (Premio Nobel de Literatura 2005), lo ponen en ese teatro, en ese teatro chiquito, no en el grande, no en el comercial”.

La obra presentada tenía tras de sí, la lectura de autores como Bocaccio, reminiscencias a Sherezada y el cuento de Las mil y una noches, entre otros. Además de la lectura, la historia contendría el espíritu de una experiencia. En el 2003, Edgar estuvo un tiempo en un programa de la Secretaría de Educación Pública para impartir clases de español a alumnos de nivel medio superior en Francia. La estancia en ese país, recuerda Edgar, le permitiría tener la visión de un comportamiento amenazante, de alta provocación, el papel de la femme fatal, ya que las jóvenes francesas hablaban sin inhibición alguna de sus cuerpos con una coquetería fuera de límite.

Para el 2004, Chías tendría listo uno de los primeros ocho borradores de la puesta en escena, cuya trama se circunscribía en el deseo que habita entre un hombre mayor y una camarera, que ignora pero quiere saber de lo que es capaz a la hora de seducir a un presunto asesino. En Londres, el papel de “Él” era protagonizado por Nicholas Le Prevost, actor del Reino Unido y tras un proceso de casting en México, Vanessa Bauche sería la actriz para interpretar a “Ella”.

Vanessa Bauche llegaba a Londres como un gran escaparate. Era la actriz de Amores Perros. Su presencia en el reparto, recuerda ahora el creador de esa historia donde el lenguaje encarna la espada y el escenario el cáliz, fue un golpe mediático para el estreno de la obra.

Y es así que con esa combinación de personajes, sin nombre y universales, se expresaría durante varios cortes cómo lo sexual deviene en amor.

“Ambos encuentran en el otro algo que necesitan, incluso algo nada más que para destruirse. La tesis central –refiere el autor-- es que lo que más quieres, al mismo tiempo, puede ser el motor de tu destrucción. Es un mecanismo muy simple. La gente comienza a consumir cigarro que le produce cierto bienestar, le gusta mucho, entonces lo prioriza y puede dejar de gastar en algo pero no en cigarros, y a la larga termina jodiéndote, más que el placer que te puede proporcionar”.

Chías planteará en el escenario una relación, que además de erótica, resultará altamente sexual, donde el juego de palabras entre ambos personajes irá despertando, en la camarera de un hotel de gran ciudad, el interés por regresar, cada noche, a la habitación donde se vive el idilio entre un presunto asesino y una joven de piernas delicadas pero arrebatadoras.

“Él es un hombre que ambiciona poseer, cosificar a la persona. Siente que se está muriendo y encuentra en esta niña a una nueva posibilidad de reafirmarse en la vida de sentirse otra vez vital. Siente un deseo que de alguna manera no va a poder realizar, se siente impotente, viejo. La manera de realizar ese deseo es poseyéndola pero de una manera, si no va a ser físicamente, va a ser penetrándola desde su mente”.

De esta manera, en el clímax del viaje, “Él”, en su afán por reducir al entorno y personas que viven, se rehusará a entender que “Ella”, la camarera, es quien provoca su deseo, probablemente un amor.

“Ella, que es la vital, la solar y la sexualmente poderosa, encuentra en esta relación una fascinación con la muerte”.

Y es así que Ella, al momento de su encuentro con Él, verá un mundo que no le pertenece. Estancia, donde ella asume la conciencia de que despierta el deseo en “Él”. Un placer utilizado como su aliado.

“Me interesa que se vea el aparato de poder ante una iniciativa de emancipación. Un aparato que está en el lenguaje, en cómo nos educan, en cómo nos comportamos”.

La relación entre ambos personajes provocaría en la crítica británica diversas consideraciones. La primera, era el enfoque político de Chías; esto debido a que los dos papeles centrales eran actuados por un británico y una mujer con el fenotipo de la raza latina. La puesta en escena despertaba opiniones favorables y, en otras ocasiones, adversas. Y es que la crítica, como refiere Edgar, imaginaba que “la obra no era mexicana, porque decían: ‘sabes qué… aquí vemos una influencia de la literatura europea contemporánea muy fuerte, y no vemos nada de folclore mexicano”. Al ver una obra escrita por un mexicano, la crítica teatral manifestaba que hacía falta algo de etnicidad. El imaginario de los críticos correspondía con un estereotipo de la mujer sometida. Sin embargo, el trabajo traería ventas con boletaje agotado durante las 18 funciones, presentadas en el teatro de la calle Sloane Square

A su regreso a la ciudad de México, la obra de Chías, con aquellas tres proposiciones de dirección hechas antes de su estreno en el foro del Royal Court, sería finalmente dirigida por Martín Acosta, quien llevaría la puesta en escena a un deseo provocado por Vanessa Bauche y al temperamento iracundo de “Él” escenificado por David Hevia.

La puesta en escena era De insomnio y medianoche. Una obra coproducida por el Centro Cultural Helénico y el Teatro del Royal Court. Tal vez no era el mismo foro en Londres, pero sugerentemente, esa noche De insomnio era presentado en el foro La Gruta, el pequeño espacio teatral del Helénico, ubicado en la zona sur del valle de México.

Edgar cuenta que ya ha pasado muy poco tiempo del estreno de esta obra, que es la menos social de todas, y el vistoso escaparate del Royal Court ha empezado a dar sus frutos, ya que existen ofertas para presentarla en Nueva York.

Al término de la obra por la que habíamos esperado, la serie de aplausos no fue intermitente, sino muy al contrario, un aplauso perenne.

“Entonces me da gusto por la generación que somos porque el teatro mexicano, creo es de primer nivel de cinco años para acá, sobre todo con la dramaturgia. El teatro mexicano está vivo”.